Protrusión discal

¿Conocéis la diferencia entre fisura, protrusión y hernia discal? Se suele decir que una protrusión es el inicio de una hernia, pero no todas las protrusiones desembocan en ella. En este post os ayudamos a entender lo qué implica cada lesión.

Mucha gente confunde el término protrusión discal con otros como la fisura y la hernia. Aunque están relacionados no son lo mismo, así que vamos a ver las diferencias entre unos y otros.

Lo primero para entenderlo es conocer la disposición de la columna vertebral. La columna está formada por una sucesión de vértebras y discos intervertebrales que cumplen la función de almohadillas, es decir, evitan el roce de unas vértebras con otras, amortiguan el peso y estabilizan la columna. Esos discos intervertebrales o almohadillas están formados por un anillo exterior fibroso que contiene y protege un núcleo gelatinoso llamado núcleo pulposo.

Una fisura se produce cuando existe una pequeña lesión o desgarro en la envoltura fibrosa situada entre los discos de la columna. Cuando además de ese desgarro el núcleo pulposo se desplaza del centro del disco y da lugar a una protuberancia hablamos de protrusión. Por último, hablaríamos de hernia discal cuando el anillo fibroso llega a romperse dejando paso libre al núcleo pulposo, es decir, al romperse la envoltura parte del contenido del núcleo sale fuera de su sitio y se coloca en alguna parte del canal medular.

En las hernias el problema radica en aquellos casos en que el contenido que ha salido del núcleo presiona, por ejemplo, una raíz nerviosa, lo que desemboca en ciática. Su tratamiento puede ir acompañado de sesiones de fisioterapia y en casos graves puede realizarse microcirugía para eliminar la presión existente.

No todas las protrusiones se convierten en hernias discales

Se suele decir que la protrusión discal es un inicio de hernia discal que aún no ha terminado de romper el anillo fibroso, pero hay que tener en cuenta que no todas las protrusiones discales tienen que desembocar forzosamente en una hernia discal. De hecho, hay fisuras, protrusiones e incluso hernias que no causan dolor, muchas  producidas porque el anillo fibroso pierde elasticidad con la edad y que no causan molestias.

El problema de estas lesiones es cuando causan dolor lumbar, ya que no hay una técnica que recupere completamente el estado previo de los discos intravertebrales una vez aparece una protrusión discal, por ejemplo. Cuando una protrusión causa dolor es muy importante mejorar la mecánica de la columna, reforzando la musculatura de la espalda y realizando sesiones de estiramientos y relajación.

Causas más comunes de la protrusión discal

La protrusión discal aparece normalmente por el envejecimiento de los discos pero también puede ser debida a un traumatismo (como un golpe fuerte en la espalda).

Además, como ocurre con otras dolencias de espalda, hay otros factores muy importantes que también pueden causarla. Por un lado, las personas con obesidad y falta de actividad física son más propensas a sufrirla. Por otro, también es un factor de riesgo añadido la realización de deportes intensos o los trabajos de alta exigencia física en los que se produzca repetidamente estrés en la columna, como levantar y cargar peso.

Cambiar los hábitos de vida, hacer regularmente ejercicio físico específico de potenciación  muscular de la espalda y abdominales y trabajar la educación postural pueden resultar de gran ayuda cuando se tiene una protrusión que causa molestias. Y como decimos siempre: ante cualquier dolor, sea del nivel que sea, lo primero es visitar a un especialista que pueda darnos un diagnóstico y aconsejarnos sobre qué tratamiento seguir.

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